DE LA CIUDAD MAQUILADORA A LA CIUDAD DE LA INNOVACIÓN: LA URBANIZACIÓN COMO EJE PRINCIPAL PARA EL DESARROLLO SOCIAL.

La relación entre la urbanización y el desarrollo.

Existe una íntima relación entre la economía de una ciudad y su urbanización. Para que una ciudad logre desarrollarse íntegramente ésta depende de su capacidad de proporcionar un ambiente en donde sus habitantes obtengan una serie de oportunidades lo suficientemente atractivas para que el mercado interno logre madurar y evolucionar hacía una economía del conocimiento. Si bien, no son oportunidades equitativas las que se crearían incluso en el escenario más utópico, son mayores a las que vemos en las ciudades latinas o al menos mucho más equilibradas que las proporciones actuales donde pareciera que ciertos extractos sociales están destinados a permanecer en las mismas condiciones sin las posibilidades mínimas de obtener beneficios reales o duraderos para sus sectores.

El desarrollo de una ciudad no tiene nada que ver con su crecimiento, estos dos conceptos suelen malinterpretarse y ser vistos cómo iguales. Por crecimiento se entienden tasas o incrementos que no necesariamente proporcionan un valor a los habitantes ni a la urbe, generalmente son vistosas construcciones creando una ilusión de “bienestar” basado en tamaños o cantidades. En cambio, el desarrollo trabaja de manera inversa y basa su impacto no en tamaños, sino en tasas reales de impacto positivo al mayor número de habitantes posibles.

Para ejemplificar esto podemos visualizar la siguiente situación: imaginemos la construcción de un enorme centro de ayuda comunitaria en nuestra ciudad, el centro otorga comida, salud y refugio a la gente más desprotegida, la construcción del centro requirió una enorme cantidad de dinero e incluso logró ser el centro comunitario más grande de Latinoamérica. Hasta ahora podríamos no ver una relación negativa con esto, los meses podrían pasar y probablemente los niveles de marginación de la ciudad seguirían creciendo y el centro no llegaría a tener un impacto positivo equivalente a su inversión. Ahora, imaginemos que tomamos la misma cantidad de dinero y en vez de construir un enorme centro comunitario construimos 30 centros de menor escala por toda la ciudad, los costos operativos son menores, cada unidad logra auto-sustentarse y la cantidad de usuarios por centro es proporcionalmente mayor que la del mega centro. Posiblemente esta segunda opción no es tan glamorosa y vistosa como la primera pero seguramente atrae mayor valor real inmediato y a largo plazo que la primera. Esto se debe a que la construcción de pequeños centros comunitarios emplazados en barrios con altos niveles de marginación y  altas necesidades primarias logran una verdadera acupuntura urbana reactivando los sectores deprimidos de la ciudad ofreciendo soluciones en las mismas colonias donde se encuentra la gente mas necesitada y no en sectores vistosos donde la población marginada no tendría los medios de transporte para llegar hasta ahí.

La naturaleza de estos dos términos ha creado que nuestra clase política prefiera al crecimiento sobre el desarrollo por dos sencillas razones; su desconocimiento del tema y por supuesto, las estructuras vistosas siempre proporcionan más votos que aquellas que no.

 

La nueva economía de la aldea global.

El sistema económico actual ha evoluciono de forma tan rápida que muchas veces es difícil que ciudades relativamente jóvenes y con paradigmas anticuados logren ponerse al día de lo que esta sucediendo en el mundo. La nueva economía ya no depende del desarrollo económico de un país como lo hacia antes, la nueva economía basa su poder en las regiones productivas de un país influenciadas por sus respectivos centros urbanos. Volvemos al feudalismo; así cómo la moda es cíclica, la economía tiende a repetir ciertos comportamientos pasados. Este cambio esta generando nuevas reglas en el panorama que impulsan a las ciudades como ejes indispensables en el desarrollo económico, ciudades inteligentes, ciudades como pilares esenciales para migrar de la economía del trabajo intensivo, a la economía de las habilidades, pasando por la economía del capital y de la tecnología, hasta llegar a la economía del conocimiento para finalmente obtener el último peldaño de desarrollo; la economía de la innovación.

A ciudades como Nueva York, Ámsterdam o Singapur les tomó varios años alcanzar niveles importantes de desarrollo, sería irreal pensar que Guadalajara podría solucionar todos sus problemas y alcanzar lo que estas ciudades del día a la mañana. Lo que hagamos hoy repercutirá de manera importante al futuro de nuestras ciudades y por lo tanto al futuro del país y de nuestra economía. Lo que construyamos hoy dará forma a nuestra realidad y definirá si seguimos siendo una ciudad maquiladora o una ciudad que exporte innovación y obtenga beneficios locales por esto. Es esencial que no nos veamos seducidos por las soluciones inmediatas y vistosas (tan adictivas para el mexicano) y que seamos capaces de identificar las prioridades que necesita nuestra ciudad. Esta carrera debe de mantener un énfasis en la planeación urbana a largo plazo y no perder de vista la meta.

La acupuntura urbana motor indispensable para el cambio.

Desde ya hace varios años hemos podido presenciar una serie de ejemplos de acupuntura urbana alrededor del mundo que han llevado a un mayor desarrollo social con resultados positivos que impactan directamente en beneficio de sus habitantes. Desde el ya tan conocido ejemplo de Curitiba, al cambio radical que vivió Bogotá, pasando por el desarrollo de parques lineales elevados en colonias segregadas cómo The High Line en Nueva York, o el desarrollo de la economía barrial que caracteriza tanto a Portland, hasta Londres 2012, convirtiéndose en las primeras olimpiadas que utilizan el pretexto de la justa deportiva a través del plan London Legacy para no solo construir elefantes blancos que generan beneficios económicos para unos cuantos contratistas privados, si no revitalizar todo un sector deprimido de la ciudad brindando  vitalidad al ciclo de desarrollo económico de la urbe.

Todos estos ejemplos comparten acciones comunes tales como ofrecer un transporte público eficiente que acerque a la gente eliminando barreras sociales para generar oportunidades, el manejo adecuado de desperdicios para su posterior reutilización, la construcción de áreas verdes y espacios públicos para la convivencia o el decremento de crímenes no por medio del uso de los cuerpos policiales sino por la construcción de parques, escuelas, bibliotecas, instalaciones deportivas y todo tipo de servicio públicos en zonas urbanas conflictivas. Existe un estudio realizado por Austin Troy y Jarlath O’Neill-Dunne de la Universidad de Vermont y J.Morgan Grove de USDA Forest Service titulado “The relationship between tree canopy and crime rates across an urban–rural gradient in the greater Baltimore region” , que demostró como las áreas verdes contribuyen a disminuir la incidencia delictiva. A lo largo del estudio se arrojan estadísticas contundentes tales como que el incremento de 10% de árboles equivale a un descenso de 12% en la criminalidad. Incluso se menciona que los distintos cuerpos policiales deberían de participar de algún modo en el diseño de la urbanización de las ciudades. A final de cuentas, la idea detrás de todo esto es proporcionar las herramientas necesarias para que la ciudadanía se apropie del espacio público.

Estas soluciones suenan obvias y coherentes. Sin embargo seguimos secuestrados por mentalidades cerradas poco creativas o muy preocupadas en no perder su poder llevándolos a abogar solo por su propio bienestar y nunca por el de la ciudadanía. Guadalajara no ha sido la excepción, lejos de esto podemos ver cómo año con año obtiene calificaciones todavía muy deficientes en materia de competitividad, pero todavía más vergonzoso un estudio realizado hace poco por Siemens con ayuda de The Economist Intelligence Unit titulado el Siemens Green City Index posiciona a nuestra ciudad en los últimos peldaños en materia de sustentabilidad en Latinoamérica.

Cuando en el despacho trabajamos con clientes que quieren impulsar grandes proyectos que pudieran beneficiar enormemente a la ciudad nos entristece saber que la probabilidad de que el proyecto se convierta en realidad suele ser menor al 5%, el 95% restante pasa a formar parte de la ya extensa lista de proyectos fallidos del “que hubiera sido” cómo el Guggenheim que hubiera podido generar un efecto Bilbao o el proyecto del Rio Atemajac que pretendía renovar la ciudad mediante un sistema de espacios abiertos recreativos y la recuperación y saneamiento de cauces fluviales.

 

Desarrollar una identidad y una ventaja competitiva para nuestras ciudades.

Con estas condiciones, que no nos extrañe que nuestras ciudades acaben sufriendo un grave problema de fuga de talentos. Al vivir en este nuevo modelo económico donde los centros urbanos son los polos económicos más importantes de la ecuación, la gente decide migrar para obtener trabajos donde puedan verdaderamente desarrollar sus capacidades, obtener mayores oportunidades o simplemente ser escuchados. En ocasiones, cuando estos talentos son escuchados en el extranjero, se logra la creación de proyectos impresionantes que en Guadalajara solo existen en la lista del “hubiera”.

En este nuevo mundo interconectado donde el sistema económico cambia de manera tan abrupta y las regiones compiten agresivamente entre sí, toda ciudad, si quiere prevalecer y no convertirse en el patio trasero de aquellas ciudades de gran innovación, requiere de una fuerte identidad y una clara estrategia de diferenciación que proporcione una ventaja competitiva duradera. Esta ventaja competitiva debe, entre otros frentes, tejerse a través de la urbanización inteligente de nuestro territorio. En los últimos años Guadalajara ha carecido de esa identidad, sumida por su inexperiencia y el súbito incremento de riqueza económica (no necesariamente equitativa) solo ha logrado copiar formatos extranjeros deficientes o equivocados para la región.

Somos la sociedad del “soy lo que consumo”. Nos controla el ego y nos obsesionan las soluciones rápidas y provisionales. Debemos de reconfigurar nuestra visión como sociedad para determinar la clase de legado que queremos dejar para mañana. Es extremadamente importante que la ciudad logre reconciliarse con sus raíces y sus tradiciones para reconstruir su identidad, una identidad moderna que comparta los rasgos de nuestro pasado pero forme parte del futuro y haga frente a la competencia beneficiándose de las oportunidades globales.

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